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¿Qué hay en un nombre?

Una mujer sosteniendo una rosa celeste delante de una ventana art nouveau



“¿Qué hay en un nombre? Lo que llamamos una rosa por cualquier otro nombre olería igual de dulce." 
- William Shakespeare


Hola, Wiccurioses y Brujinautas! Escribo estas líneas porque muchas cosas han pasado en mi vida  en estos últimos años (como todos los años de cualquier persona que se precie de estar vivo), pero en mi caso, los sucesos que tomaron lugar han implicado un vuelco en cuestiones fundamentales acerca de mi identidad y la configuración de mis prácticas espirituales. 


He dejado el aquelarre en el que fui iniciada en el 2022 por cuestiones políticas, y mi activismo ha llegado a nuevas formas de consolidación a la luz de lo que está sucediendo colectivamente en el mundo y en mi querida Argentina respecto al avance de la ultraderecha y los movimientos sociales anti-minorías (como el movimiento transfóbico, el apoyo a la ocupación israelí en Gaza y las organizaciones anti-feministas y anti-abortistas). 


Cuando inicié este camino Wicca mi mirada del mundo era bastante ingenua y tal vez un poco ignorante. Mi búsqueda espiritual consistía principalmente en querer sentir y honrar la Naturaleza y la divinidad intrínseca en ella; y en esa búsqueda es que encontré a la Wicca como el camino más acertado para aproximarme a este llamado. Inmediatamente me resultó fácil encontrar un nombre en esta comunidad para presentarme y con el cual identificarme. Quería un nombre que evocara a la Tierra, pero que también tuviese una sonoridad celta, ya que este fue el panteón con el que primero empecé a trabajar. Habiendo sido una aficionada a la filosofía por muchos años, tomar el nombre griego Gaia me resultó apropiado para evocar a la Madre Tierra y “wyn” simplemente aportó a la mística sonora celta que quería inspirar, por lo tanto Gaiawyn se volvió mi nombre de bruja. 


Sin embargo, lejos se encuentra hoy de mí la bruja inocente que simplemente quería unirse con la magia del mundo. En este camino logré muchas cosas, participé de 2 aquelarres, uno en Italia y otro en Inglaterra, creé 2 podcasts sobre magia y esoterismo, profundicé sobre mis capacidades adivinatorias y conecté con nuevas deidades. También aprendí que la magia es real, que la realidad está llena de buenas y malas intenciones, que no todo lo que brilla es oro pero tampoco todo lo que es oro brilla, y que la magia que sólo tiene como objetivo un bien individual es una magia a medias. 


Les persones por lo general tendemos a recurrir a la magia por los siguientes 3 motivos: salud, dinero y amor, y por lo general también recurrimos a esta cuando los diálogos, la voluntad o la visión de un posible éxito por medios mundanos se ven agotadas, pero poco nos sentamos a reflexionar de por qué tan a menudo estas opciones mundanas se agotan. Se ha hecho evidente para mí que nos encontramos en tiempo saturados; saturados por la impaciencia, saturados por la falta empatía, saturados por el desentendimiento, saturados por la desinformación y saturados por un sistema en decadencia. No resulta sorprendente entonces cómo en estas últimas décadas ha tomado tanta fuerza el auge de lo mágico como recurso cotidiano y solucionador de problemas; y si bien aprecio mucho que nos encaminemos a un mundo en el que lo mágico también es cultural, es importante prestar atención a que la mayoría de nuestros problemas de salud, dinero o amor no serían tales en un mundo más justo e igualitario. 


Le ser humane nunca ha consistido sólo y estrictamente en ser un individuo, la conformación de nuestra especie tiene un aspecto individual, sin lugar a dudas, pero también tiene un aspecto colectivo, y tengo la profunda convicción de que la magia no fue creada para ser utilizada únicamente para cuestiones individuales. Para mi la magia surge de lo Divino y lo Divino, en su forma más pura, se encuentra en nuestra Naturaleza, en aquella que llevamos dentro pero también la que nos envuelve en este planeta, y en la construcción que como especie hacemos con cada una de nuestras acciones. Por ende, en este vasto y privilegiado camino mágico que me ha tocado recorrer, se ha vuelto innegable en mí la necesidad de enfocar y expandir mis prácticas mágicas a objetivos activistas, políticos y colectivos. 


Debido a los impactantes sucesos tanto personales como colectivos que mencioné en el primer párrafo, no puedo ya mirar todo el espectro de la realidad sin un ojo político, y en esa mirada política también se encuentra mi identidad; y si bien mi identidad siempre permanecerá bruja, porque es quien soy, hace algún tiempo que mi nombre, Gaiawyn, no me identifica, principalmente porque el nombre hace referencia a 2 culturas que no hacen a mi identidad latinoamericana. Sentí que necesitaba crear un nombre que tuviese una connotación que me identificase hoy como la bruja activista que soy; y ese nombre es Gualicha. 


Gualicha viene del término mapuche “Gualicho” que era el nombre de un espíritu maligno en dicha cultura. Ese mismo término fue posteriormente acuñado por la comunidad Tehuelche y poco a poco pasó a tener en la cultura argentina el significado de maldición o hechizo. Y a pesar de que a través de la mirada popular la palabra gualicho no genera interpretaciones del todo positivas o sensaciones lindas, es exactamente por eso por lo que elegí el nombre.


No considero que el activismo tenga que resultar cómodo socialmente, es más, me atrevería a decir que un activismo que resulta cómodo no es activismo en lo absoluto. Tampoco creo que la magia debería resultar cómoda o funcional a un sistema injusto. La magia que funciona como evasión es en mi opinión la más peligrosa de todas. Por mucho tiempo les brujes buscamos ser aceptades, buscamos tratar de desestigmatizarnos de una mirada social que históricamente tampoco era justa con nosotres. Pero en la búsqueda de esa aceptación perdimos algo que es esencial a ser brujes: perdimos nuestra ferocidad. Tratamos de decir “no nos persigan, no nos odien, no nos maten, somos buenas” , “Somos brujas blancas, no tratamos con el diablo, no hacemos magia negra, somos buenas” (dejaré para otro día hablar del racismo encerrado en ese término, magia negra); como pidiendo permiso para existir, para no ser ostracizades, para que en lugar de temor, encontremos en los ojos de la otredad algo de la amorosidad que se nos fue negada por tanto tiempo. Y ese es el mejor de los casos, el peor es cuando decidimos frivolizar el significado de la palabra bruja para convertirlo en un elemento de entretenimiento. De cualquier forma la sociedad y nosotres terminamos amansando nuestra presencia para que se adaptase también a algo cómodo, y por eso mismo es que no quiero que mi nombre mágico resulte cómodo. 


Siglos han pasado desde esas mujeres en tribus y en aldeas que fueron perseguidas, torturadas y asesinadas por el cristianismo o ambiciones patriarcales, y sin embargo las heridas siguen abiertas. Pero la modernidad presentó nuevas formas de construir comunidad, y entonces nos encontramos con que les brujes tampoco somos individuos aislados que necesitan mantener sus prácticas para sí mismes en pos de sobrevivir. Con alegría en el corazón hoy puedo decir que ningune bruje está sole si no quiere estarlo, que existimos abiertamente y que podemos identificarnos, y eso cambia todo, porque mientras que antes tenían éxito porque nos cazaban de a una, ahora podemos defendernos entre todes; y esa unión nos abre una puerta que nunca debió de haberse cerrado y es la de recuperar nuestra ferocidad.


Pero ¿ferocidad para qué? Nadie mejor que une bruje entiende cómo se siente la injusticia y entonces nuestra causa no es solamente la de les brujes sino la de todes aquelles que padecen esta misma desigualdad. La brujería será interseccional o no será. Nuestros dones mágicos son un poder y por ende un privilegio. Tenemos el privilegio de haber sido tocades por les Dioses, la Madre Tierra y la Luna para crear donde la consciencia no llega, donde habita el inconsciente, donde la voluntad flaquea, donde todo está perdido, y si entonces este privilegio no se pone al servicio de quienes no los poseen, es un privilegio vacío, no muy distinto al de cualquier persona que hace un uso incorrecto de su poder.


Si hay algo que si tenemos para aprender de la derecha es que tienen una convicción asombrosa, incluso estando equivocados. La derecha se equivoca porque sus políticas son siempre de odio y contra un otre, cuando nosotres siempre luchamos por ampliar derechos que bien sabemos no le quitan espacio a nadie y que mejoran la calidad de vida a la larga de todes, y eso sí es amor. No siempre el amor gana al odio, pero el amor no es neutral ante la injusticia, el amor lucha en contra de ella o no es amor. Cuando entendamos que necesitamos ganar si queremos tener alguna chance de sobrevivir como especie, entonces el amor va a tener esa convicción inquebrantable que necesita para vencer. Pero esa lucha no puede ser pintada de ingenuidad.


A la luz de este mes del orgullo (empecé a escribir este artículo en Junio) y honrando también mi identidad queer, quiero recordar que las acciones que originalmente dieron lugar a esta hermosa marcha mundial que sucede anualmente, no fueron un grupo de personas LGBTQAI+ que un día decidieron abrazar con mucho amor a los policías que venían a reprimirles y así cambiaron el corazón de las personas; lo que dio lugar a la marcha fue una comunidad cansada hasta el hartazgo de que les persiguiesen, una comunidad que decidió alzarse, incluso a veces no pacíficamente, en contra de las fuerzas que iban a reprimirles hasta llegar a la victoria. Como brujes, tenemos mucho que aprender de esta comunidad, mucho más de lo que creemos. La comunidad LGBTQAI+ sólo quería y aún quiere que se le reconozca el derecho a amar y desear a quienes elles quieran sin perder su calidad legal de ciudadanos. Pero para defender el derecho a amar, tuvieron que luchar e incluso devolver golpes, les brujes deberíamos hacer lo mismo, porque lamentablemente la derecha nunca te va a respetar los derechos que mereces a menos que los obligues a respetarlos.


No soy una bruja buena ni blanca, tampoco soy una bruja mala ni negra, soy una bruja que pone su poder al servicio de algo más grande que sí misma, algo que sí tiene un objetivo amoroso pero que no siempre es pacífico para defenderlo. A partir de ahora todas mis redes, podcast y páginas web van a cambiar a ese nombre, y les agradecería a todes les que participan de la comunidad que a partir de ahora ese sea el nombre que usen para referirse a mi. Honestamente espero que este cambio no les resulte muy engorroso y entiendo si algunes de ustedas se sienten incomodes con él pero de cualquier manera este cambio es irreversible.


Shakespeare se equivocó, los nombres sí tienen poder, el poder de infundir temor, de infundir atención y de generar cambio. Este es el nombre de esta nueva rosa que no es blanca como la de José Martí, sino celeste como mi matria. Este es el aroma de un necesario cambio.

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